Massa prepara su viaje al FMI para el jueves próximo: el adelanto de USD 10.000 millones llegaría en dos tramos, en junio y septiembre.
La negociación con el Fondo Monetario Internacional es online y casi sin cortes. Así, desde hace varias semanas; y así lo será en las próximas jornadas. “El zoom no se corta desde hace varios días”, exageró un funcionario para ilustrar el clima que se vive en el quinto piso del Palacio de Hacienda.
“El trabajo remoto es muy intenso, son varias horas, todos los días. Demanda mucho tiempo y el propio ministro está muy involucrado, también a diario”, reconoció ayer en la Televisión Pública Flavia Royón, secretaria de Energía.
La premura por la falta de dólares y el calendario electoral –con definiciones importantes aún por resolver, como algunas candidaturas– hacen que el recalibramiento que el ministro de Economía Sergio Massa acordó negociar con el organismo de crédito hace un mes y medio por el impacto de la sequía esté entrando en su fase final. Claro, aún quedan puntos claves por resolver.
Mientras se define el candidato de la flamante alianza Unión por la Patria, Massa espera viajar a Washington el jueves próximo, siempre y cuando las reuniones de las próximas horas tomen el rumbo esperado. En los próximos días hay vencimientos con el FMI por casi USD 2.700 millones y se estudia, un posible pago parcial adelantado como guiño de buena voluntad en medio de la negociación. ¿Será hoy ese pago?
“Hasta no tener todo cerrado, no viaja nadie. Cuando esté, viajan a escribir. Y cuando esté todo escrito, va Massa. De rehén en Washington no lo van a tener”, dijeron anoche, enfáticos, en el entorno del ministro.
“Escribir” es delinear el SLA, o el Staff Level Agreement. Se trata del documento técnico que los burócratas del FMI están definiendo con la Argentina. Luego de cerrado el paper, el equipo que encabeza Luis Cubeddu, jefe de la misión local, deberá enviarlo al board para su evaluación y eventual aprobación. Ahí estará escrito buena parte del derrotero económico del país, para al menos lo que queda del año. Ahí también, en ambos sentidos, a favor y en contra, juega la política.
El eje principal del recalibramiento del programa es un front load, o adelantamiento. En este caso, de los USD 10.000 millones que el Fondo tenía que enviar al país hasta fin de año, en tres desembolsos. Según las negociaciones en curso, el monto no llegará en un solo pago, como quería el equipo económico, sino en dos. En junio y septiembre. O sea, ya, para apuntalar las alicaídas reservas del Banco Central, y unas semanas luego de las PASO. Como se dijo, todo es parte de las conversaciones en curso.
Se busca también, casi como condición vital para la golpeada economía local, que un porcentaje de esos fondos pueda usarse para intervenir en el mercado cambiario. ¿Qué porcentaje? Es también parte de la negociación final de las horas que vienen. “Habrá intervención… con límites, pero habrá. Eso está en el paquete”, aseguran los funcionarios del tigrense. El Fondo no suele aceptar este tipo de concesiones, ven con buenos ojos que sus dólares se usen para contener tipos de cambio en escenarios inestables. El track record local en esas lides no juega a favor. Tampoco el Fondo parece dispuesto a aceptar concesiones sin algo a cambio. Lo más lógico, en este contexto, sería exigir una devaluación del peso, algo a lo que se niegan rotundamente tanto Massa como la vicepresidenta Cristina Fernández.
¿Habrá más condicionalidades? “En esta negociación está todo sobre la mesa”, insisten en Economía desde que anunció que el programa entraba en fase de revisión completa. Argentina confía en “la mano” que puede darle en ese sentido la administración de Joe Biden. EEUU tiene un fuerte peso propio en el directorio del FMI y Massa ostenta aceitados vínculos con funcionarios de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Tesoro americano. El propio Biden prometió un “puente” cuando Alberto Fernández visitó la Casa Blanca a fines de marzo. Habrá que ver que dicen otros países, como Alemania y Japón, en general reacios cuando se habla de concesiones para Argentina, el principal deudor del organismo.
Las correcciones de las metas fiscales y de reservas también serán modificadas. Lo mismo que cuestiones vinculadas a la administración del comercio. Incluso en las reuniones de los últimos días se habló de la posibilidad de autorizar un nuevo impuesto a la importación de servicios. Nada cerrado aún en ese sentido.
Por lo pronto, hoy viernes seguirá la maratón de zooms. “Ya casi estamos”, se entusiasman cerca de Massa. Entre el sábado y el lunes se dará una suerte de “fase dos” de sprint final en el que los negociadores formales del lado argentino –el viceministro Gabriel Rubinstein y el jefe de asesores de Economía, Leonardo Madcur– le cederán la silla frente a la pantalla al ministro. Massa buscará un cierre técnico del acuerdo con Gita Gopinath, la segunda del FMI. “Ellos dos van a terminar de mirar los márgenes”, remarcan allegados.
El martes a la noche, si todo marcha como se espera, viajarían a Washington los negociadores del lado argentino. A escribir todo, como se dijo.
El jueves, sería el propio Massa quien se embarcaría rumbo a la capital de EEUU. Serán días largos. Podría haber trabas, pero la idea de los funcionarios locales es “cerrar y viajar”. Argentina negocia a contrarreloj